Hacer clic en la imagen para descargar el libro. Poema dedicado a Chávez, a 7 años de su siembra
TAL
VEZ UN PRÓLOGO: PADRE CHÁVEZ, PADRE NUESTRO.
“Por
aquí pasó, compadre” – cantaba Arvelo Torrealba, otro barinés
inmortal, de los tantos que han andado, andan y andarán esas
llanuras. Por aquí pasó, Hugo Chávez, y nos trajo más que simples
cosas. Pasó y nos dejó plenos de esperanza, conscientes de que el
poder reside justamente en nosotros, en la suma de nosotros y
nosotras: en el Pueblo.
Por
aquí pasó, compadre, dejándonos el eco de su voz en cada esquina,
en cada matorral de la sabana, en la sonrisa sabia de un viejito, en
la infinita sonrisa de ojos redondos de un carajito que escribe su
nombre por primera vez. Pasó por estas tierras y por las de más
allá, tumbando las fronteras, dejándonos contagiados de esperanza.
Se hizo hijo, padre, abuelo. Se hizo nosotros y nosotros nos hicimos
él, en diálogo incesante que hace que conseguirnos y reconocernos
en cada otro, en cada otra, sea también protagonistas de la
historia.
Se
nos hizo héroe y como héroe cabalga con cada latido de nuestros
corazones, con cada gota de nuestros millones de lágrimas. El
recordar fértil que nos dejó instalado justo allí, en el recuerdo
que no detiene su cabalgar, riega con sudores incansables los campos,
las calles, las almas que se suman en la construcción de la Patria
que, utópica a veces, nos sirve para seguir caminando en pos del
horizonte, como escribe Galeano.
Padre
Chávez es parte de esa lágrima, que más que una elegía es la
construcción de un verbo, aspiración intensa del sustantivo Hugo.
Los verbos hechos calle, los múltiples verbos y sus logos, dibujando
pueblo y praxis en la palabra que es nombre pero que muta hacia la
concreción de la esperanza coloreada de sonrisas, pero también de
sudor y llanto posibles.
Padre
Chávez es un grito y hasta un reclamo. Grito que dice de la
despedida prematura, de la congoja de la partida nunca esperada;
grito que hace el Universo que a la vez somos y que nos hace ser.
Reclamo también, porque nos parece injusto. Reclamo a los dioses,
por llevarse anticipadamente lo que nos va haciendo hoy todavía una
falta infinita y llorosa. Reclamo de grito en garganta agigantada,
hecha millones. Pero reclamo, ese clamor que regresa, donde somos
actuantes, donde el grito que se suma lo hace buscando alturas antes
nunca imaginadas.
Padre
Chávez es testimonio de los cónclaves particulares, entre los
panas, en las mesas donde se acumulan las docenas de los botiquines
de últimos auxilios. Es la bitácora que tantos quisimos escribir y
que Giovanny supo hacer antes desde su verbo logogénico particular,
en esa juntez de experiencias conversadas, de manías de andar
acomodando el mundo desde el neón apaciguado de nuestro día a día,
entre humos de cigarrillos apócrifos y el gozne que permite el
doblez en la esquina más barata.
Y
por aquí sigue pasando nuestro barinés presidente eterno, nuestro
Padre Chávez, nuestro sustantivo hecho verbo fértil. Porque desde
el llanto creador, que es una de nuestras formas de luto, el poeta
Ávila, como en estaciones de largas miradas, armado de su verbo que
parece no tomar reposo en el escalón de una línea, nos impele a
hacer parir a la patria, como para ponerla bonita diría el Padre
Cantor Alí Primera.
Estas
son las maneras de verbalizar los sustantivos, de dibujar cada vez
más nítida la esencia que buscamos; son las maneras, hechas
palabras, de empuñar desde los azadones hasta las espadas
necesarias. Las palabras de Padre Chávez son eso y más: un llamado
al abrazo que reposa y se consuela en las ausencias físicas –sí,
una para cada uno que lo llora, una ausencia tan yo como uno mismo-
devenidas inmortalidades en los pechos de cada uno y cada una que
habitamos esta inmensa Pátria, que gracias a nuestro Padre Chávez o
a Padre Nuestro Chávez, deja de tener las fronteras como líneas de
división imaginaria y nos acerca tanto al otro y a la otra como
claves de nuestra existencia, pero también a nosotros mismos, con el
espejo necesario para la acción revolucionaria.
Padre
Chávez, padre nuestro. Amén hay que decir.
JUAN
CARLOS SOTILLO MENESES
Maracaibo, 05 de abril de 2013.
A
un mes de tu partida, camarada infinito.
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