¿Qué es el Socialismo Bolivariano?
1. ¿Qué es el socialismo bolivariano?
Hay
algunas marcas de identidad del socialismo: la conciencia de clase de
los trabajadores y en especial de las trabajadoras, el sentido de
patria que afirma las fronteras pero que va más allá de ellas
integrándose a los demás pueblos y de ahí, un sentimiento
internacionalista que convierte la causa humana en la madre de todas
las luchas. Pero a esas características, el bolivarianismo destaca
la territorialidad.
La
fuerza de lo telúrico le da un sentido bien particular a nuestro
socialismo. No es que no existiese en los nacidos en Europa o
latinoamericanos, pero sin duda la territorialidad se convierte en
una expresión marcadamente nuestra desde el momento en que la lucha
por la libertad es una lucha por la tierra, por el derecho a la
tierra. Ahora bien, ese signo se encuentra en los movimientos de
liberación mexicanos o peruanos, que tenían una clara y si se
quiere profunda raigambre indígena, pero en el caso del
bolivarianismo la tierra se convirtió en un proyecto de
reivindicación social, económica y política criolla frente a las
oligarquías y demás poderes heredados de la Colonia.
Levantaron
las banderas por la tierra los criollos empobrecidos y en el caso de
Bolívar, los que con los pobres echaron su suerte, de ahí su
desprendimiento y su eventual pobreza. Véase que la guerra de la
independencia se decide cuando se incorporan al bando bolivariano los
campesinos y en especial los llaneros, que históricamente han tenido
una relación más que profunda con la tierra, y si bien hay
componentes indígenas y afro, obviamente no se está ante fenómenos
propiamente indígenas o negros.
Es
decir, el sentido de la patria es (entre otras muchas cosas, el
derecho a) la tierra por lo tanto se trata de una construcción
socio-política y económica nacida a partir de los desplazamientos y
emplazamientos de los diversos poderes territoriales que se fueron
definiendo y pujando desde la Colonia y que estallaron en la guerra
de independencia, la cual como ya se dijo, se decidió por la causa
popular cuando se incorporaron a la guerra los llaneros, que ya lo
estaban pero en el bando realista pues estaban contra la casta
mantuana, pero que, con Bolívar -hecho pueblo- encontraron su
definición digamos definitiva: la tierra es para todas y todos y no
para castas y grupos.
Resulta
más o menos obvio que esta relación con la tierra y los poderes
tradicionales y emergentes, le dan una clara identidad a nuestro
socialismo, al mismo tiempo que lo distingue de los mencionados
mexicanos o peruanos, por la raíz indígena que, en nuestro caso, es
muy débil. Nótese que, a pesar de haber entrado en las
preocupaciones de Bolívar la causa de los indígenas, se está lejos
de que les sean reconocidos y respetados sus modos y sus prácticas,
es decir, los indígenas son vistos desde el poder criollo emergente
y no desde la cosmovisión indígena. Tanto es así que cuando la
revolución bolivariana va a sus raíces, reconoce a Bolívar, a
Rodríguez y a Zamora en primerísima instancia, mientras que la raíz
indígena aparece muy posteriormente y como fruto de una conciencia
construida por la resistencia indígena continental que poco a poco
se ha ido estableciendo sobre y pese a las expresiones blancas y
criollas del poder y la política.
Valga insistir en eso porque nuestro bolivarianismo tiene el sentido
de la patria grande, de la justicia social, de la libertad, la
independencia y la soberanía, pero también expresa una profunda
rebeldía contra los poderes constituidos herederos de las relaciones
coloniales, racistas y clasistas, fundadas en la posesión y
usufructo de la tierra y que se expresa en la lucha contra el
latifundio y todas las formas de privatización de la tierra.
Teniendo
esta base, encontramos un pensamiento socialista y bolivariano,
claramente acabado y delineado, en la obra de Simón Rodríguez,
quien comprendió y trascendió de manera excepcional el pensamiento
de Bolívar y lo hizo programa educativo, social y económico,
llamado a transformar las relaciones de poder puesto que afectaba de
manera central sus estructuras. Rodríguez recorrió Europa
estudiando los socialismos que nacían al calor de aquellas
realidades y si se quiere tradujo a la nuestra los fundamentos de
dicha doctrina, pero atendiendo a lo que llevamos dicho, incorpora al
socialismo bolivariano el sentido de la tierra y lo hace de una
manera verdaderamente extraordinaria: a partir del sentido de
territorialidad.
Eso que desde la Conquista y la Colonia pujaba como expresión del
poder vinculado a la tierra por ejemplo en el conquistador o el
colono, y luego en la guerra de independencia entre el campesino y
los llaneros contra los mantuanos y la oligarquía terrófaga,
Rodríguez lo expresa en la toparquía, en el poder local desde la
territorialidad construida por sujetos que conocen y saben
re-producir las condiciones de vida desde su localidad. Sin duda
estamos frente a un pensamiento depurado, científico e inédito.
Véase
que eso ameritaba una muy lenta construcción política, social,
cultural, y condiciones que la guerra devastó, por eso se hizo
históricamente inviable hasta que Chávez lo rescata y en esas,
pues, andamos. Véase además que la guerra zamorana reivindicó el
derecho a la tierra aún como se expresaba en la guerra de
independencia, de hecho su guerra y su causa tiene raíces y
expresiones de la guerra de Bolívar contra los ricos y mantuanos. Es
decir, no encontramos en la Guerra Federal trazas del pensamiento de
Rodríguez, la territorialidad de este último exige un sentido de la
tierra y un programa político distinto a las exigencias campesinas e
indígenas que se expresaron en la guerra federal, cuando primero
había que ganar la tierra y después, todo lo demás.
Fue
lo que pasó más o menos con Bolívar, quien si bien ganó la
guerra, perdió todo lo demás, pues no tuvo tiempo para reconstruir
un país devastado y desolado. Era ese el momento fundacional de
Rodríguez, era el momento de desplegar su proyecto educativo, lo
cual hizo a costa de desprecios, persecución, destierros, ostracismo
y autoexilios. Debe llamarnos la atención que Sucre, con todo y lo
aventajado que era, no comprendió el poder revolucionario y
subversivo de Rodríguez… Esto es importante recordarlo porque hay
en el socialismo bolivariano expresiones que resultan intragables
incluso para las conciencias más adelantadas.
En
ese sentido, la territorialidad es una característica poderosísima
del socialismo bolivariano, en especial esta de raíz rodrigueana la
cual tiene que ver con la construcción local del poder. Y esta
construcción, a su vez, se hará cada vez más y más poderosa
cuando (a)sume de manera consciente, las expresiones sociales y
culturales de los territorios.
Valga
acotar que es ahí, en el territorio, donde se expresa hoy la fuerza
o la ruina del proyecto bolivariano. Allí, en lo local, se da lo
mejor y lo peor. El futuro y las simientes más dignas y hermosas
pero también las fuerzas retrógradas más terribles. La guerra es
por el territorio. Ganar la tierra es ganar el derecho a ser libres,
a producir y construir una economía verdaderamente propia, lo cual
sólo se podrá lograr desde cada uno de los territorios hoy comunas.
2. ¿Cómo y qué producir en un escenario de guerra?
Dicho lo anterior, y en especial en los últimos párrafos, debemos
decir que la guerra tiene un particular énfasis en la
territorialidad. Siempre lo ha tenido, pero hoy tenemos la
experiencia no sólo de Bolívar y Zamora, sino de Rodríguez y
Chávez: es decir, el territorio es expresión del poder local, y lo
local se expresa en los territorios.
Esa unión debemos hacer inextricable. Allí está la garantía no
sólo de la paz social y política sino económica.
La
economía entonces bolivariana tiene que partir de la conciencia
territorial. Por eso es tan importante y decisiva la educación
bolivariana y con particular fuerza, la Universidad Bolivariana, pues
está llamada a construir conocimiento, ciencia y tecnología desde
cada uno de los territorios. Eso debemos comprenderlo cada vez con
mayor profundidad porque sin lugar a dudas toca de manera sensible y
estructural los programas y en particular lo
académico-administrativo.
Nosotros
heredamos unas formas de educación que invisibilizaron lo
territorial, porque era obviamente parte sustancial del proyecto
colonizador. La revolución bolivariana tiene, ya lo dijimos, una
vocación por el territorio que se traduce y debemos nosotros
traducirla, a la territorialidad. Es decir, necesitamos ver y ver de
manera científica, los territorios. Eso está muy claro en el
gobierno bolivariano en las tesis largamente sostenidas y expresadas
por el Ministro Ricardo Menéndez, por cierto.
En efecto, la nueva geometría del poder es una expresión moderna y
contextualizada de la toparquía rodrigueana. Pues es allí, en esa
conciencia del potencial de los territorios donde está la
posibilidad de derrotar al imperio, al capitalismo y en lo
particular, a esas expresiones de degradación de lo territorial que
son las mafias locales.
La
UBV tiene una altísima responsabilidad en la formación de los
sujetos y colectivos que, desde los territorios, insisto, desarrollen
su potencial creador y productor. Para ello es preciso arraigar
los programas, los contenidos
curriculares. Nunca resulta mucho insistir en que los diagnósticos
deben ir a las fuentes de lo productivo: tierra, energía, recursos,
deben entrar en los instrumentos y análisis. Los contenidos
curriculares deben hacer(se) parte no sólo de los poderes creadores
del pueblo sino del potencial económico de los territorios.
La
comuna será
cuando avance hacia la sustentabilidad integrada y conglomerada. La
UBV debe acompañar esos procesos de formación científica y
tecnológica, en alianza con todas las universidades que hoy dialogan
con el socialismo bolivariano en su expresión político-territorial.
Debemos pues, aprender a producir en y desde los territorios, y los
programas deben aprender a conocer y reconocer el potencial
productivo de dichos territorios. Es todo un reto, pero es lo que
desde Simón Rodríguez está pugnando y pujando por nacer.
Para decirlo como muchas veces lo decimos: los proyectos deben nacer
de las necesidades locales y por ello, la investigación necesaria
será aquella que busque comprender y controlar los factores
productivos locales en diálogo e interacción con los factores y
actores que en escala regional, nacional e internacional promueven,
crean, facilitan y generan las condiciones para su desarrollo.
Nuestra Unidad Básica Integradora Proyecto debe encaminarse a la
construcción de Proyectos Productivos y estos deben tener clara
conciencia territorial y por lo tanto generar investigación-acción
que abarque los aspectos aquí mencionados, lo cual supone salir de
las retículas académico-administrativas que nos sujetan a los
horarios y a los programas pre-concebidos y generalizados.
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