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domingo, 22 de julio de 2018

UBV: 15 años construyendo el socialismo

¿Qué es el Socialismo Bolivariano?

1. ¿Qué es el socialismo bolivariano?
Hay algunas marcas de identidad del socialismo: la conciencia de clase de los trabajadores y en especial de las trabajadoras, el sentido de patria que afirma las fronteras pero que va más allá de ellas integrándose a los demás pueblos y de ahí, un sentimiento internacionalista que convierte la causa humana en la madre de todas las luchas. Pero a esas características, el bolivarianismo destaca la territorialidad.
La fuerza de lo telúrico le da un sentido bien particular a nuestro socialismo. No es que no existiese en los nacidos en Europa o latinoamericanos, pero sin duda la territorialidad se convierte en una expresión marcadamente nuestra desde el momento en que la lucha por la libertad es una lucha por la tierra, por el derecho a la tierra. Ahora bien, ese signo se encuentra en los movimientos de liberación mexicanos o peruanos, que tenían una clara y si se quiere profunda raigambre indígena, pero en el caso del bolivarianismo la tierra se convirtió en un proyecto de reivindicación social, económica y política criolla frente a las oligarquías y demás poderes heredados de la Colonia.
Levantaron las banderas por la tierra los criollos empobrecidos y en el caso de Bolívar, los que con los pobres echaron su suerte, de ahí su desprendimiento y su eventual pobreza. Véase que la guerra de la independencia se decide cuando se incorporan al bando bolivariano los campesinos y en especial los llaneros, que históricamente han tenido una relación más que profunda con la tierra, y si bien hay componentes indígenas y afro, obviamente no se está ante fenómenos propiamente indígenas o negros.
Es decir, el sentido de la patria es (entre otras muchas cosas, el derecho a) la tierra por lo tanto se trata de una construcción socio-política y económica nacida a partir de los desplazamientos y emplazamientos de los diversos poderes territoriales que se fueron definiendo y pujando desde la Colonia y que estallaron en la guerra de independencia, la cual como ya se dijo, se decidió por la causa popular cuando se incorporaron a la guerra los llaneros, que ya lo estaban pero en el bando realista pues estaban contra la casta mantuana, pero que, con Bolívar -hecho pueblo- encontraron su definición digamos definitiva: la tierra es para todas y todos y no para castas y grupos.
Resulta más o menos obvio que esta relación con la tierra y los poderes tradicionales y emergentes, le dan una clara identidad a nuestro socialismo, al mismo tiempo que lo distingue de los mencionados mexicanos o peruanos, por la raíz indígena que, en nuestro caso, es muy débil. Nótese que, a pesar de haber entrado en las preocupaciones de Bolívar la causa de los indígenas, se está lejos de que les sean reconocidos y respetados sus modos y sus prácticas, es decir, los indígenas son vistos desde el poder criollo emergente y no desde la cosmovisión indígena. Tanto es así que cuando la revolución bolivariana va a sus raíces, reconoce a Bolívar, a Rodríguez y a Zamora en primerísima instancia, mientras que la raíz indígena aparece muy posteriormente y como fruto de una conciencia construida por la resistencia indígena continental que poco a poco se ha ido estableciendo sobre y pese a las expresiones blancas y criollas del poder y la política.
Valga insistir en eso porque nuestro bolivarianismo tiene el sentido de la patria grande, de la justicia social, de la libertad, la independencia y la soberanía, pero también expresa una profunda rebeldía contra los poderes constituidos herederos de las relaciones coloniales, racistas y clasistas, fundadas en la posesión y usufructo de la tierra y que se expresa en la lucha contra el latifundio y todas las formas de privatización de la tierra. 

 
Foto de AMO. UBV BIODIVERSA

Teniendo esta base, encontramos un pensamiento socialista y bolivariano, claramente acabado y delineado, en la obra de Simón Rodríguez, quien comprendió y trascendió de manera excepcional el pensamiento de Bolívar y lo hizo programa educativo, social y económico, llamado a transformar las relaciones de poder puesto que afectaba de manera central sus estructuras. Rodríguez recorrió Europa estudiando los socialismos que nacían al calor de aquellas realidades y si se quiere tradujo a la nuestra los fundamentos de dicha doctrina, pero atendiendo a lo que llevamos dicho, incorpora al socialismo bolivariano el sentido de la tierra y lo hace de una manera verdaderamente extraordinaria: a partir del sentido de territorialidad.
Eso que desde la Conquista y la Colonia pujaba como expresión del poder vinculado a la tierra por ejemplo en el conquistador o el colono, y luego en la guerra de independencia entre el campesino y los llaneros contra los mantuanos y la oligarquía terrófaga, Rodríguez lo expresa en la toparquía, en el poder local desde la territorialidad construida por sujetos que conocen y saben re-producir las condiciones de vida desde su localidad. Sin duda estamos frente a un pensamiento depurado, científico e inédito.
Véase que eso ameritaba una muy lenta construcción política, social, cultural, y condiciones que la guerra devastó, por eso se hizo históricamente inviable hasta que Chávez lo rescata y en esas, pues, andamos. Véase además que la guerra zamorana reivindicó el derecho a la tierra aún como se expresaba en la guerra de independencia, de hecho su guerra y su causa tiene raíces y expresiones de la guerra de Bolívar contra los ricos y mantuanos. Es decir, no encontramos en la Guerra Federal trazas del pensamiento de Rodríguez, la territorialidad de este último exige un sentido de la tierra y un programa político distinto a las exigencias campesinas e indígenas que se expresaron en la guerra federal, cuando primero había que ganar la tierra y después, todo lo demás.
Fue lo que pasó más o menos con Bolívar, quien si bien ganó la guerra, perdió todo lo demás, pues no tuvo tiempo para reconstruir un país devastado y desolado. Era ese el momento fundacional de Rodríguez, era el momento de desplegar su proyecto educativo, lo cual hizo a costa de desprecios, persecución, destierros, ostracismo y autoexilios. Debe llamarnos la atención que Sucre, con todo y lo aventajado que era, no comprendió el poder revolucionario y subversivo de Rodríguez… Esto es importante recordarlo porque hay en el socialismo bolivariano expresiones que resultan intragables incluso para las conciencias más adelantadas.
En ese sentido, la territorialidad es una característica poderosísima del socialismo bolivariano, en especial esta de raíz rodrigueana la cual tiene que ver con la construcción local del poder. Y esta construcción, a su vez, se hará cada vez más y más poderosa cuando (a)sume de manera consciente, las expresiones sociales y culturales de los territorios.
Valga acotar que es ahí, en el territorio, donde se expresa hoy la fuerza o la ruina del proyecto bolivariano. Allí, en lo local, se da lo mejor y lo peor. El futuro y las simientes más dignas y hermosas pero también las fuerzas retrógradas más terribles. La guerra es por el territorio. Ganar la tierra es ganar el derecho a ser libres, a producir y construir una economía verdaderamente propia, lo cual sólo se podrá lograr desde cada uno de los territorios hoy comunas. 


2. ¿Cómo y qué producir en un escenario de guerra?
Dicho lo anterior, y en especial en los últimos párrafos, debemos decir que la guerra tiene un particular énfasis en la territorialidad. Siempre lo ha tenido, pero hoy tenemos la experiencia no sólo de Bolívar y Zamora, sino de Rodríguez y Chávez: es decir, el territorio es expresión del poder local, y lo local se expresa en los territorios.
Esa unión debemos hacer inextricable. Allí está la garantía no sólo de la paz social y política sino económica.
La economía entonces bolivariana tiene que partir de la conciencia territorial. Por eso es tan importante y decisiva la educación bolivariana y con particular fuerza, la Universidad Bolivariana, pues está llamada a construir conocimiento, ciencia y tecnología desde cada uno de los territorios. Eso debemos comprenderlo cada vez con mayor profundidad porque sin lugar a dudas toca de manera sensible y estructural los programas y en particular lo académico-administrativo.
Nosotros heredamos unas formas de educación que invisibilizaron lo territorial, porque era obviamente parte sustancial del proyecto colonizador. La revolución bolivariana tiene, ya lo dijimos, una vocación por el territorio que se traduce y debemos nosotros traducirla, a la territorialidad. Es decir, necesitamos ver y ver de manera científica, los territorios. Eso está muy claro en el gobierno bolivariano en las tesis largamente sostenidas y expresadas por el Ministro Ricardo Menéndez, por cierto.
En efecto, la nueva geometría del poder es una expresión moderna y contextualizada de la toparquía rodrigueana. Pues es allí, en esa conciencia del potencial de los territorios donde está la posibilidad de derrotar al imperio, al capitalismo y en lo particular, a esas expresiones de degradación de lo territorial que son las mafias locales.
La UBV tiene una altísima responsabilidad en la formación de los sujetos y colectivos que, desde los territorios, insisto, desarrollen su potencial creador y productor. Para ello es preciso arraigar los programas, los contenidos curriculares. Nunca resulta mucho insistir en que los diagnósticos deben ir a las fuentes de lo productivo: tierra, energía, recursos, deben entrar en los instrumentos y análisis. Los contenidos curriculares deben hacer(se) parte no sólo de los poderes creadores del pueblo sino del potencial económico de los territorios.
La comuna será cuando avance hacia la sustentabilidad integrada y conglomerada. La UBV debe acompañar esos procesos de formación científica y tecnológica, en alianza con todas las universidades que hoy dialogan con el socialismo bolivariano en su expresión político-territorial. Debemos pues, aprender a producir en y desde los territorios, y los programas deben aprender a conocer y reconocer el potencial productivo de dichos territorios. Es todo un reto, pero es lo que desde Simón Rodríguez está pugnando y pujando por nacer.
Para decirlo como muchas veces lo decimos: los proyectos deben nacer de las necesidades locales y por ello, la investigación necesaria será aquella que busque comprender y controlar los factores productivos locales en diálogo e interacción con los factores y actores que en escala regional, nacional e internacional promueven, crean, facilitan y generan las condiciones para su desarrollo.
Nuestra Unidad Básica Integradora Proyecto debe encaminarse a la construcción de Proyectos Productivos y estos deben tener clara conciencia territorial y por lo tanto generar investigación-acción que abarque los aspectos aquí mencionados, lo cual supone salir de las retículas académico-administrativas que nos sujetan a los horarios y a los programas pre-concebidos y generalizados.

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